Comentario
La sal y las herramientas de hierro eran las dos mercancías que se intercambiaban a gran escala en China antes de la Revolución económica medieval. Los demás productos se limitaban a alimentar las demandas de las élites del país. De esta manera, resulta fácil entender que los mercados se concentraran alrededor de las ciudades en las que se establecían estos aristócratas. Todas las tiendas y puestos estaban sujetos a la autoridad estatal, controlando también los pesos y las medidas.
Será hacia el siglo VIII cuando se produzca un primer desarrollo del comercio rural, generalmente de carácter periódico, mientras que los comerciantes urbanos establecían sus tiendas donde gustaban, alejándose del control gubernamental. El sistema de comercio se derrumbó en el siglo siguiente cuando se instauró una libertad de comercio de gran alcance, estableciéndose un eficaz sistema de aduanas a lo largo de todas las rutas imperiales que surtían de importantes ingresos al erario público.
El aumento de la demanda de productos en el ámbito rural motivó la especialización de algunos campesinos, que se convirtieron en pequeños empresarios que buscaban el beneficio. Así surgieron nuevas ocupaciones relacionadas con la elaboración de aceites o de papel, el refinado del azúcar o la fabricación de utensilios de hierro, llegando los aldeanos incluso a importar las materias primas cuando no disponían de ellas.
Este mercado de carácter local será la base de una estructura comercial a escala nacional, distribuida en tres regiones comerciales: la China septentrional, con capital en Kaifeng; la China centrooriental, estructurada alrededor de las ciudades del lago Tai; y la región de Sichuan, cuyo eje estaba formado por las urbes del llano de Chengdu. En estas regiones se daba un continuo comercio de productos de consumo diario, encabezados por textiles y cereales.
El comercio interregional estaba casi limitado a productos como las porcelanas, los medicamentos o las sedas. No debemos olvidar que este entramado comercial se extendió hasta el Japón y el sureste asiático, llegando algunas rutas hasta la lejana Persia, siendo la más importante la famosa Ruta de la Seda.
La estructura comercial llegó a un elevado grado de complicación, ejerciendo un papel importante los intermediarios que coordinaban las actividades de los viajantes y los comerciantes a pequeña escala.
El desarrollo de la agricultura y del transporte supondrá el despegue de las ciudades, lo que se reflejó claramente en el urbanismo. Los viejos recintos amurallados se vieron desbordados, produciéndose significativas ampliaciones del entramado urbano. Más del 7% de la población china de la Alta Edad Media vivía en ciudades de 100.000 o más habitantes.
La Revolución económica medieval llevó aparejada un interesante desarrollo científico y tecnológico. En la metalurgia se utilizó el carbón para separar el hierro de la ganga mientras que, en el arte militar, la pólvora evolucionó desde los fuegos de artificio hasta el mortífero explosivo, al tiempo que se inventaba el lanzallamas, el gas tóxico o el arma de fuego. Pero será la mecanización de la hilandería el invento que permitirá la mencionada revolución. En un primer momento se desarrolló en la sedería para tiempo después adaptarse a la hilatura de la fibra de cáñamo; hasta el momento no se sabe de su aplicación al algodón.